sábado, 2 de octubre de 2010

Yo.


No conocía el amor, hasta que te conocí.
No conocía la profundidad, hasta que te conocí.
No conocía la piel masculina, hasta que te conocí.
No conocía aquel sentimiento emocionante y perfecto, hasta que te conocí.
No conocía el miedo y el temor, hasta que te conocí.
No conocía el escalofrío, hasta que te conocí.
No conocía la espera, hasta que te conocí.
No conocía extrañar, hasta que te conocí.
No conocía mi profundidad del océano pacífico, hasta que te conocí.
No conocía sonreír de la nada, hasta que te conocí.
No conocía el recuerdo doloroso y bonito, hasta que te conocí.
No conocía la caricia perfecta y penetrante, hasta que te conocí.
No conocía la felicidad de un amorío, hasta que te conocí.
No conocía la desesperación inquietante, hasta que te conocí.
No conocía las taquicardías, hasta que te conocí.
No conocía el despertar a las 4 de la mañana durante días nombrandote y recordando que algo acabó, hasta que te conocí.
No conocía las palabras perfectas, hasta que te conocí.
No conocía las pastillas para la pena, hasta que te conocí.
No conocía al corazón hecho pedazos, hasta que te conocí.

Y así podría seguir con una lista que llegaría más allá de la puerta de tu casa.
Te extrañoo tanto... tanto tanto... no hay día que no piense en tí ni sonrisa leve que me salga cuando rondas en mi mente.

No hay comentarios: