viernes, 14 de agosto de 2009

Suelo


Estoy sola en la casa. Mi mamá viajó por el fin de semana y yo compré una revista, brocolis, limones, para hoy viernes. Para mañana una cerveza y para el domingo nada. La lluvia a veces me asusta, es que ya estoy acostumbrada a ponerme audifonos y cantar entonces de repente siento ruido, aquí está todo oscuro, solo alumbra la ventana que a través de su cortina se diferencia luz amarillenta, así como los ojos de la gente cuando tiene hepatitis.

Ayer volví a bailar, hace semanas que no lo hacía, y hacía frío pero resulta que terminé sin jumper, sin zapatos, sin corbata, con el pelo tomado y con la blusa desabrochada. Y me moví tanto, y dí tantas vueltas, y me solté tanto, y me alegraba tanto, y sonreía tanto que sólo me costó segundos en transpirar, en morder los labios (porque cuando algo me gusta me muerdo los labios), en agitarme. Es que no son coreografías de monigotes (esa palabra la leí en un libro), a si que no me muevo de cualquier forma.
No tengo sueño, pero igual sueño. Y me voy a la cama, y no porque deba irme, sino porque quiero irme. Ah, y en la foto esa cara de nosequé porque el caleidoscopio es lejos lo más cercano a Marte.

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