miércoles, 23 de diciembre de 2009

Lejos.


Lo que necesitaba era una mujer normal. Una mujer de pelo normal, ni fino ni grueso, ni rubia ni castaña ni morena, ni flaca ni gorda.
Lo que necesitaba era una mujer de vestimenta normal. Con colores normales y feos, con poleras que no era sencillas sino normales, con pantalones sin apitillar y zapatillas no bonita sino normales.

Lo que necesitaba era una mujer de numerosa familia, todos unidos y que lo aceptaran del mejor modo. Con invitaciones aceptadas cuando estaba/está enamorado, con paseos y reuniones interminables, de esas que agradan cuando son en familia. Había que demostrar lo que se sentía, porque todos demuestran cuando se sienten bien y felices, pero todos callan cuando estan mal y tristes, escondiendose.

Lo que necesitaba era una mujer de lenguaje normal. Sin inventar cosas como las que inventan los que sueñan, los que imaginan, los que creen. Que se entendiera cada palabra que saltaba de su boca, que modulara, que hablara calmada sin poner énfasis en palabras, que no ocupara la ironía ni la carcajada fuerte, que su tono de voz sea agradable, casi como un polvo magico que la hace ser aceptada y verse educada, porque lo era. Que hablara con sentido, con coherencia, que saliera con comillas de Darwin y que en sus frases se pausara con puntos seguidos.

Lo que necesitaba era una mujer atenta. De esas que sorprenden, de esas que tienen una voluntad bonita, de esas que suelen ser sumisas y sensibles, tiernas y lindas por dentro, de sentimientos limpios sin verse mojigata.

Lo que necesitaba, era una mujer inteligente. Que estudiara algo que le de futuro, que se gana plata, que hay buen campo laboral, que toda su vida haya sacado buenas notas, que era el orgullo y la admiración de los que no creen, que estudiara en una universidad importante. Que ayudara a gente, como la Princesa Diana.

Lo que necesitaba era una mujer que se comportara, que sea educada, que le agrade a sus padres, que se transformara en el orgullo y en la perfección de quienes la rodeaban, que fuera toda una excelente mujer, que fuera libre de permiso y acompañara a su amor a donde éste quisiera ir. Porque así es una señorita, una educada, una mujer de valores, sin malas enseñanzas, sin malas costumbres, sin erupciones en la mesa, que cuide su vestir, que su pelo fuera normal todo el año, que amara.


Esto no lo inventé ahora, fue hace media hora tomando el té con mi mamá, tras el silencio mis codos se apoyaban en la mesa, mi mano izquierda sostenía la oreja de la taza, la derecha tomaba con mano entera lo que quedaba de la taza, mi pelo como siempre iba desordenado, mi boca cerrada y liviana, mis ojos abiertos, redondos se quedaron pegados sin pestañar desde que un ligero recuerdo se asomó y me sorprendió. Es decir... había tenido ligeros recuerdos pero eran como mentiras que no son mentiras, que luego se avisan que son bromas, pero éste... éste se quedó como una mentira que es mentira, perdura, se mantiene con el tiempo.

Entonces fuí desatando nudos, creando oraciones para entender o mas bien para alimentar la mentira que es mentira. Cuando terminé, me avisaron mis párpados que volvieron a cerrarse rapido, entonces callada me paré, dejé la taza en la cocina, me lavé los dientes, y me acosté con la mente pausada. Inconcientemente espero sentir emoción, pero no siento. Aunque reconozco que ciertas cosas me han dejado de suceder, al mismo tiempo otras me han sucedido, y aún así, me siento 5 minutos esperando una emoción. Pero no siento. No he vuelto a sentir. Me volví a congelar y para mí no es un problema pero nosé.


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