domingo, 8 de noviembre de 2009

Peces

Se me descolocó la cabeza cuando los peces de mi pecera se murieron, o al menos están en coma. Se les entibiaron las pieles naranjas que brillaban y cuerpos pequeños que revoloteaban cuando algo estaba por llegar. Hoy los visité y los toqué y les hablé, se pusieron rojos y de sus bocas vomitaban palabras oxidadas masacradas que me tocaron debajo de la garganta camino hacia la izquiera.

Y es que los domingos suelen ser de comprensión y un no importa. Pero los domingos se cansan, mis peces se cansaron, y mi líquido añejo de la garganta está a punto de brotar, a ver si así pueden despertar los peces naranjos.

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